Entradas populares

martes, 20 de mayo de 2014

Cocinar con amor

 




La tarde agota las últimas horas del día con la misma presencia gris y lluviosa que ha mantenido desde la mañana. No es muy diferente de la sensación que me inunda desde ayer. La aceptación de la realidad vital tiene esas cosas. El tiempo no deja de ser mi asignatura pendiente.
   
   Han pasado cosas interesantes  desde la decisión de tomar mi realidad en las manos, permitirme hacer lo que puedo integrar como correcto y dejar a un lado la teoría y las ensoñaciones que terminan en nada sobre como debería ser mi vida. El acercamiento a la realidad, la puesta en marcha, la aceptación de la responsabilidad de los acontecimientos. Ya sabes, si quieres que algo suceda en tu vida, debes al menos poner lo que de tí dependa para que las circunstancias se den.

   Hace tiempo que busco mi lugar. Ese punto en el tiempo y en el espacio en que te puedes permitir ser tu mismo, crecer, desarrollarte... Encontrar la orientación y el  estímulo en el camino que aparece tras esa puerta que una vez abierta pocas opciones te deja de volver a ver la vida igual.

   El tiempo, siempre el tiempo, la impaciencia, exceso de expectativas. Demasiadas veces me he culpado de un esfuerzo insuficiente. Al cabo me voy dando cuenta de que lo que no le pongo es tiempo.

   Querer todo para ayer por la mañana es una condena a pensar demasiado pronto que no estás llegando a nada, un alimento para el desánimo y el elemento perfecto para  que empieces a cuestionar si realmente vale la pena. Al final esas aguas acaban llevándote a la misma orilla de la que partiste, aunque si acaso con un cierto regusto nuevo y amargo a frustración.

   Tomo conciencia de que es tiempo lo que necesito. Dejar de machacarme a mí mismo con esa impaciencia inútil y cáustica. Pero no es fácil abandonar esas antiguas creencias de mente cortoplacista. Dedicar a las cosas el tiempo que precisan, como cocinar con amor, y soltando la necesidad de resultados. Apreciar y disfrutar el proceso. Todo un aprendizaje.

   Por otro lado, aunque íntimamente supongo que por el mismo motivo, trabajar el desapego y soñar la abundancia en estas primeras fases me ha acercado a la ventana de alguna brujilla buena. Yo soy más de brujas que de hadas, que le vamos a hacer...

  Una hermosa persona, por dentro y por fuera. Una hermosa Mujer, así, con mayúsculas... Alguien que con todo el cariño del mundo ha puesto a mi disposición algo más que un espacio. Me ha ofrecido su propio espacio. Su casa. Su hogar. Y me ha abierto de par en par las puertas a un nuevo entorno, a una nueva vida, a un nuevo modo de compartir, de sentir, de soñar... de ser.

   Debo reconocer que en mis esquemas se resiente mucho la sensación de invasión y ocupación, prejuicios que ella se encarga de espantar a la menor ocasión con esa intensa mirada suya de ojos como de aguas profundas en las que te puedes ver muy muy adentro. O a golpe de comentario sarcástico o de alguna colleja dialéctica, técnicas en las que es una auténtica experta.

   Tal vez yo nunca sea capaz de hacerle llegar la intensidad de los sentimientos que me genera en gratitud, confianza, intimidad, complicidad y tantos otros que no podrían quedar calificados porque necesitaría una profundidad que las palabras hace tiempo han olvidado. También es cierto que la exploración de mi propio espacio emocional es el gran trabajo que tengo entre manos. Hasta el punto de que creo que todo esto que he escrito hoy es una forma de buscar un modo más eficaz, expresivo e intimista de que sin decirle nada, en los actos de lo cotidiano, en algún momento tenga la percepción de hasta que punto es importante para mí... De cuanto la quiero.

martes, 25 de junio de 2013

Vertederos de Talento

 

foto: www.rquer.es

 Son casi las dos de la mañana.

   A estas horas, la ciudad descansa a pesar del calor y del humo que procede de algún incendio próximo que de algún modo nos avisa de lo que nos espera cuando la llegada del primer día de calor del verano ya viste de marrón nuestros cielos a causa de la labor de algún idiota por descuido, intención o negligencia. Lo cierto es que no me siento ni con la mínima indulgencia para considerar que haya podido ser un accidente. Hoy no he tenido un buen día.

    Mientras sigo la lenta gestación de mi proyecto de emprendimiento y trato de definir ese grupo de personas a las que puedo realmente ayudar con mi experiencia en lo que significa entrenar la confianza en uno mismo y la capacidad de cambio y resiliencia ante la vida, esa misma vida me va poniendo delante las indicaciones de donde puedo aportar mi colaboración profesional y encontrar esa necesidad de un modo cada vez más evidente y crudo.

   Hoy he participado de la protesta de un grupo de usuarios ante el desmantelamiento de un servicio municipal en Vigo por el ya manido método de concurso público - eliminación de trabajadores antiguos - contratación de pseudo becarios baratos, en el cual todos se preguntaban indignados como es posible que ni siquiera se hubiese dado a los actuales trabajadores la opción de presentarse a las pruebas de selección de los nuevos adjudicatarios de sus puestos.

   El caso es que, con la ley en la mano (la ley actual), las nuevas empresas adjudicatarias de este tipo de servicios no tienen ninguna obligación de subrogación ni de justificar en modo alguno la manera en que llevan a cabo las selecciones. No queda más que el derecho al pataleo. Y el Ayuntamiento se desentiende, que para eso subcontrata los servicios, para sacarse problemas de encima, que bastante tiene con aguantar a esa  ciudadanía que hasta se cree que trabajan para ellos

  Quizá en un intento de poner el tono agridulce a la situación, la misma vida me plantea dentro del mismo Banco del Tiempo municipal en que se desarrolla el drama la posibilidad de ayudar en medio del naufragio general a una persona que se presenta ilusionada a una oferta de empleo y que, sabiendo que la puedo ayudar con la elaboración de su Currículum, me pide una mano para recomponer la  maraña de datos que contiene y hacer una simulación de entrevista. Es para echarse a llorar de ternura e indignación.

   En esas hojas desestructuradas, está toda su vida laboral, profesional, personal, sus estudios, sus amigos, jefes, compañeros, compañías para las que ya no es nada más que un recuerdo en el mejor de los casos y que probablemente se han llevado sus más intensos esfuerzos en el "desempeño de sus funciones".

   Está preparada, sobradamente preparada... incluso puede ocurrir que vaya "pasada de currículum" para el puesto al que opta, y que eso incluso sea un inconveniente, lejos de representar la ventaja que ella imagina. Es muy posible que atesore mucha más experiencia que la persona que va a entrevistarla mañana y hasta la asuste. Y la tristeza es que no es una excepción, es la regla.

   En el altar de la salvación del mercado laboral, están siendo sacrificados todos estos parados que me vienen a la mente a estas horas de la noche, padres y madres de familia, o no, con hijos o padres a su cargo, o no, cobrando una miserable prestación por desempleo que les mantenga dentro del sistema o, lamentablemente y cada vez más habitualmente, no.

   En mi búsqueda consciente no estaban, pero en mi realidad habitual aparecen cada vez más estos demandantes de atención, de comprensión, de respeto y consideración por parte de los demás. Desempleados de más de 40 o 45 años que ya son conscientes, o tendrán que serlo, de que con toda probabilidad no van a volver a trabajar nunca como empleados de un jefe, y a los que se les ofrecen las mieles y glorias del emprendimiento y la ilusión por poner en marcha su negocio (autoempleo) como una salida ideal a la crisis. No es una salida ideal, es la única que se les deja, un modo de sacárselos de encima y aliviar presión de la caldera de la rebelión social, porque cualquier político con dos dedos de frente, si es que alguno queda, sabe que no podrán recolocar a toda esa masa de trabajadores de más edad en un paradigma de seis millones de parados, con un sistema educativo obsoleto que continúa obcecado en la generación en masa de ciudadanos obedientes y productivos para un mercado laboral que ya no los demanda, y que sigue suministrando "chicos pálidos para la máquina".

   Es la cultura de la sustitución, la religión más auténtica, que satisface sus ritos todos los fines de semana en sus nuevos templos, que ahora conocemos como Centros Comerciales. Barato. Sale más barato poner nuevo que reparar viejo. Esto sirve para la tostadora o el microondas, para el coche, para el pantalón que te has comido entre las piernas porque no cuidas tu dieta para nada y te has pasado de peso, o para las relaciones de todo tipo, de amistad, de pareja, laborales...

   Cuando miro a las colas del Inem, y he visto alguna que otra, encuentro una misión en la vida, entendiendo que mi poder para cambiar el Universo es infinito como él, y como comprendo que yo soy el centro del Universo, porque lo observaré siempre desde mí mismo, sé por donde puedo empezar.

   Hay una marea de personas que vagan por la ciudad con la mirada perdida tratando con ansia de encontrar una respuesta a su pregunta acerca de cual es el valor de su experiencia, de cómo es posible que no se ponga en la balanza este bagaje por encima de una cuota reducida a la Seguridad Social, de hasta cuando van a ser golpeados por una puerta que se cierra tras otra, y que precisan urgentemente conocer su valor y que les sea reconocido, y que alguien les ayude a reinventarse, porque no les enseñaron a ser emprendedores, creativos, cooperadores, audaces, ingeniosos y decididos, a dar un paso fuera del camino establecido, a no temer a su futuro y ser capaces de entender su presente. Les enseñaron a ser obedientes y productivos, cumplidores, jerarquizados y competitivos Y ahora esas no son condiciones suficientes porque, además, se precisa que el trabajador sea barato, agradecido, ignorante de su valor y asustadizo. Ya estos aún les queda un viejo poso de orgullo y dignidad.

   Tengo una misión en impedir que las malditas indignas tristes colas de los servicios de colocación sigan siendo únicamente una fila de personas inexpresivas y moralmente agotadas que van con su tarjeta en la mano a recibir el visado de caducidad, tras haber dejado toda su dignidad, experiencia y saber hacer encima de la mesa de un funcionario que ahora ya les mira con otra comprensión procedente del miedo a que mañana pueda ser él quien esté del otro lado de esa misma mesa.

   Y todo esto lo digo desde la rabia, la indignación y la amargura, pero también con la esperanza y la confianza que me proporciona el haber estado allí en esas mismas condiciones de edad y experiencia y haber descubierto un camino nuevo y una manera de recomenzar la vida todos los días que parte de una visiòn clara:

   Hay que clausurar de inmediato esos auténticos vertederos de talento.














o







 

lunes, 15 de abril de 2013

Areal de Fontaíña, Vigo
   INACCIÓN.

   Primera mañana de primavera digna de tal nombre.
   Sentado sobre las piedras con los pies descalzos, en una de mis playas favoritas hasta la que he llegado, naturalmente, tras un delicioso paseo en bici, pensando que en unos días alcanzaré una edad en la que la mayor parte de las personas que conozco empiezan a hacer balance de sus vidas -y planes para el ocaso- mientras que yo aún no he acabado de determinar muy bien que es lo que quiero hacer con la mía.   Y tampoco es que eso me preocupe demasiado, para que nos vamos a engañar.


   Hace ya unos días que debí haber empezado a publicar en este blog. Es en gran medida una deuda también con mi amigo y compadre Marco, de Engala, que se ha trabajado toda mi indecisión y falta de criterio a la hora de llevar adelante el diseño de toda mi plataforma digital...¡Cuanta paciencia!... pero curiosos y sustanciales cambios en mi realidad cotidiana han venido a alterar una vez tras otra toda una serie de planes que, como todo el mundo sabe, solo sirven para finalmente no funcionar.

   INACCIÓN es la palabra que me ronda la cabeza estos días, curiosamente con la calidad de otras Palabras de Poder.  No la imposibilidad, ni la incapacidad ni los impedimentos de cualquier clase, sino la simple ausencia de acción en sí misma.  No acabo de entender, de interiorizar, aunque tal vez no haya nada que entender,  acerca de las causas que tan frecuentemente generan este vacío de movimiento hacia donde sea, empezando por mí mismo.

   Cuando sabes que tienes que hacer algo, o que tienes algo que hacer, incluso contando con una idea clara de por donde empezar, que extraña fuerza es la que nos puede llevar a, a pesar de todo, No Hacer?

   Esta mañana me desayunaba un reconfortante café con el post de Jordi Puente "2 Pensamientos para moverte a la acción", y ya ha sido el desencadenante.

   De manera que con ese par de ideas he tomado la bici (No será mejor que hagas otra cosa?, me decía mi "cerebro lagarto") y he salido de casa decidido a hacer algo, lo que sea, sin criterio, sin preparación, sin planes que luego no van a salir ni nada.  Así que me he subido a mi velocípedo reciclado adoptándolo como transporte básico, algo que también estaba posponiendo por la lluvia, y me he puesto a pedalear sin itinerario previsto para acabar llegando a este rompiente donde el mar de esta Ría de Vigo que tanto amo me exige severamente que de comienzo al blog de ese modo, con lo que sea, como sea, sin planes, con una cierta idea de horizonte si acaso. . .

   Ahora que lo pienso, sí que sé lo que quiero.  ¡Por supuesto!. . . Quiero ¡más de esto mismo!, de esta revitalizante sensación que genera el ponerse en marcha, como cuando montas en bicicleta, que es lo más opuesto a Inacción que se me ocurre.

   Y por cierto, para la edad que estoy a punto de cumplir, tanto por dentro como por fuera, estoy fantástico.